20120910

de las liebres descocidas

esta es la única forma de no perder la cordura. o la única a la vista, no es eso lo único, lo que está a la vista, lo que se puede percibir. las dudas estallan como liebres escapando en el campo, pero pocas veces encuentran refugio, las liebres, y también las dudas. por eso el frío. por eso el polvo se levanta en el ambiente y grita su presencia ante el menor hilo de luz que se atreva a entrar. por eso el olor a humedad dispara contra su pecho, el medio del pecho, donde guarda la angustia que hará perder su cordura. su que. su cordura. pero el olor es inevitable, repugnante, indescriptible. como describirle a alguien ese olor para que pueda sentir lo que siente el hombre sentado allí. destello de Dios. salvación. esa será su salvación. la máquina contendrá tres esencias puras en su interior, como si fueran colores primarios, amarillo, rojo, azul. el sensor tomará la muestra del olor a transmitir, identificará los porcentajes de cada uno. luego se lo transmite a otra máquina igual en otro lugar, remoto. cuarenta, cuarenta, veinte. esa es toda la información que le tendrá que pasar y otra persona en el lugar, remoto, sentirá el mismo olor. complicaciones dos, el sensor tiene que ser lo suficientemente sensible, y las esencias deben ser testeadas hasta asegurar que con esas tres y sus infinitas combinaciones se pueden formar los infinitos olores que deseamos transmitir. se puede acoplar al telefono, que transmite sonidos, a las videoconferencias, que transmiten sonidos e imagenes. habría que patentar la máquina. ponerle un nombre. apareceran de inmediato los detractores, el chiste facil de un pedo que viaje mil kilometros. de nuevo la duda. servirá para algo. será funcional al progresivo distanciamiento social que tanto detesta. la máquina tendrá memoria, podrá alimentar su melancolía volviendo a oler una y otra vez el olor a concha de aquella concha. de pronto un preso recibirá un regalo mejor a los acostumbrados. de pronto será peor. no está seguro. ya no le gusta su invento. inventar una máquina que sienta. de ahí a que sienta por nosotros hay un solo paso. le gusta menos. lo odia. debería perder la cordura. así no piensa más estas cosas. así se le escapan las liebres. y las dudas también.